Fundación MAPFRE Canarias rinde en esta exposición un merecido homenaje a la dilatada trayectoria profesional de este artista que pertenece a la denominada Generación de los 70. La muestra es un fiel retrato de una vida consagrada exclusivamente a la creación artística, su gran pasión, una forma de ser y de estar en el mundo que han dejado una profunda huella en la sociedad.

La exposición nos abre las puertas a una selección de obras de su taller, un espacio íntimo, personal y reservado a unos pocos, que el artista definía como su sancta sanctōrum. Por primera vez, las piezas seleccionadas de diferentes periodos dialogan en un espacio que no es su habitad natural.

Este artista de mirada universal, nos invita a trasportarnos por la memoria insular con la nostalgia y la poética que sólo tienen los que saben mirar en su interior. Este símbolo de la utopía le ha servido a Juan José Gil para especular con el paisaje de la memoria, porque si hemos de hablar de algún elemento presente a lo largo de su trayectoria profesional durante más de cuarenta años, inevitablemente tenemos que acudir a la experiencia que ha mantenido con el paisaje (el de los sueños, el de las quimeras, el de nuestra geografía, el de los ecos de nuestra cultura y de otras). El mar, La isla, La casa son los tres pilares donde basa su teoría poética y de las cuales nacen series como «La casa», «Paraislas», «Fragmentos de la isla San Borondón», «Ciudadano del Mar», «Orilla», «Del Equilibrio», «Estancias», «Elogio de la salida», para así darnos a entender su visión de la realidad nuestra y la universal.

En sus intervenciones, públicas y privadas, Juan José Gil estudia el entorno, las interacciones en el desarrollo local, el tránsito y «trasiego» de personas y medios de locomoción; los usos y desusos; la incidencia de la luz natural y las aportaciones lumínicas externas que confieren al espacio a intervenir, de formas y colores añadidos al que ya contiene la pieza. Y es que el concepto del espacio es un exponente más en su trayectoria y así lo podemos ver en la serie que genéricamente denominó polis.

Sin abandonar la poética que lo caracteriza en toda su obra, Juan José Gil trabaja e investiga sobre la materia y la forma encerradas en una geometría que el artista abordó ya en la década de los setenta en su serie «pintura-pintura». Con un lenguaje propio, intercala la gramática clásica, con la abstracta, pasando del concepto bidimensional al tridimensional haciendo guiños a la perspectiva, al uso y texturas matéricas (alquitrán, microesferas de cristal, papel, tiras de platanera…), y al sabio uso del color.

En sus intervenciones públicas de estos últimos años Cordialidad, Océano y Medusa en Do Mayor, tenemos un claro referente de cómo Juan José traspasa ese recurso fruto del estudio y de la práctica, a unas piezas, que con el componente táctil que nos aporta la escultura, nos sitúa en el gesto y la impronta de artista: la geometría trazada el en aire o suspendida en el vacío.

Su trabajo se extiende a lo largo de años, en los cuales ha mostrado su obra en galerías, museos e instituciones públicas y privadas del archipiélago canario, en distintas ciudades peninsulares y del extranjero.

También es autor de numerosas portadas de publicaciones, carátulas de discos, carteles, carpetas de obras gráficas y piezas de arte efímero

Así mismo está presente en importantes colecciones públicas y privadas de rango nacional e internacional.

En 2004 ingresa en la Real Academia Canaria de San Miguel Arcángel. Presenta como discurso de entrada en la misma la exposición «Del tiempo, el espacio y la luz» en el Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria.