Cuanto todo parecen sombras, conviene apreciar más que nunca las luces, el talento emergente de canarios que comienzan a triunfar fuera de las islas con ese carácter inconfundible que imprime el haber nacido en lugares donde todo está tan cerca y tan lejos a la vez, en una tierra donde el límite está tan claro, que lo marca un azul infinito.

Solo hace veinte años que cerramos un siglo que nació con el empuje todavía vivo de uno de los más grandes escritores españoles de todos los tiempos, Benito Pérez Galdós; descubrió al mundo a estrellas como Alfredo Kraus, César Manrique o Manolo Millares, se iluminó con mentes como las de Blas Cabrera o Antonio González, se emocionó con los éxitos de los Doreste, Molina y tantos otros, y se aferró en busca de una prórroga a las manos duras de herrero de Martín Chirino, que siguió martilleando hasta el último de sus días espirales de viento, hierro y carácter.

Los tiempos son otros, pero el talento es el mismo, solo fluye por cauces diferentes. En esta exposición les mostramos un puñado de jóvenes que se abren camino a su manera en el nuevo siglo.

Chavales que con 17 años han asombrado al mundo sobre un campo de fútbol o entre las olas de una regata; mujeres que improvisan versos a la velocidad del rayo en la mejor tradición repentista canaria, pero cuyo ecosistema son las batallas de rap; chicos hechos a sí mismos en la periferia de la periferia que han sembrado en las cabezas de medio país el soniquete de La Restinga; sirenas para las que, en una piscina, no hay límites; músicos innovadores que han tocado el cielo produciendo el trabajo de otros; escultores tan errantes como en su día lo fue Chirino; pintores pegados a la calle como lo estaba César, o más, porque lo suyo son los muros; escritores que cuentan las miserias de la corrupción con la dureza de un episodio nacional, pero con esa sonoridad inconfundible del español de Canarias tan difícil de encontrar en otros textos; creadores que se atreven a reinterpretar a Manrique desde Instagram mientras diseñan para estrellas mundiales del trap; otros que reviven en un cómic a personajes de Galdós; gentes del cine que se expresan a lo clásico, en la gran pantalla, o que han logrado el éxito sin salir de ese océano al que llamamos internet; cronistas de la vida que saben que nada de este lado del mundo se entiende sin África; cocineros que tienen los arrestos de llevar el gofio por bandera de la gastronomía más refinada; o investigadores que no paran de arrancarle secretos al mar y a sus criaturas, o que buscan en los genes de los canarios del siglo XXI las raíces de los pueblos aborígenes que un día fuimos.
Talentos de un siglo nuevo, al fin y al cabo.