Paisajes y marinas

Artista

Tomás Felipe

La creación artística de Tomás Felipe

En estos tiempos de inseguras y escasas certezas, nada es más importante para una exposición de arte que merecer la aceptación de la sociedad. Por ello la contemplación, la consideración crítica de la obra de arte no diferirá en lo fundamental, de la del arte del pasado.

La creación artística de cualquier clase constituye una exploración y una interpretación de la realidad, una creación de la misma realidad, en cierto sentido, y la aproximación que hagamos como espectadores buscará un goce y una emoción semejante al que nos producen las obras de otras épocas, como el recuerdo de otros artistas.

La trayectoria de la mayor parte de los artistas contemporáneos, sobre todo los dotados de más inquietud, es variable y a veces aparentemente contradictoria, como contradictorio es en general nuestro tiempo. Por ello una exposición como esta de Tomás Felipe ha de mostrar ciertos cambios y giros, pero el conjunto ha de encontrar un hilo conductor que todo lo une, una justificación de esos cambios, la sensación de que todo eso que tenemos acumulado responde a una necesidad profunda, que ha sido hondamente sentida.

En sus primeras etapas los artistas nos dan sus claves, que se revelarán acaso con mayor claridad en su última etapa. Luego vendrán ciertas evoluciones que enriquecerán su bagaje y su producción, que pueden cubrir necesariamente aquellos primeros intentos, pero lo que había de más profundo en estos inicios seguirá vivo, alentando todo lo que se realice de acuerdo con nuevas necesidades.

La obra de Tomás, expuesta aquí es perfectamente coherente. A primera vista podríamos decir que una de sus principales características es la inclinación por las formas de la Naturaleza. El estudio del paisaje, pero esta inclinación le plantea un conflicto, se representa el paisaje tal como se nos presenta a la vista o interpretado de forma fragmentada, al tiempo que plenamente explícito, evocación más clara y nítida incluso realista.

Estos paisajes o partes de ellos rechazan referencias concretas, su presencia es solamente imaginaria o poética.

Así entramos en paisajes a menudo inventados, donde la forma de un pequeño árbol se funde con la sombra y la luz de un atardecer y crea volúmenes suspendidos en el aire.

Parece en efecto, que es a través de una fina capa de pintura, que la mirada toma contacto con las obras de Tomás Felipe.

Texto del catálogo: Maribel Nazco

Fotografía: Teresa Arozena Bonnet