“A pulso” del escultor canario Daniel Pérez, un símbolo del esfuerzo de los profesionales sanitarios

Daniel Pérez junto a la escultura
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Daniel Pérez (Gran Canaria, 1987) inició su formación artística en el año 2003. Después de cuatro años de aprendizaje de diferentes técnicas de escultura y variedad de materiales, sintió la necesidad de ampliar sus conocimientos artísticos. En 2007 inició la Licenciatura en Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia y continuó su especialización con un Máster en Escultura Contemporánea becado por la Fundación MAPFRE Canarias. 

Durante su carrera artística ha recibido varios reconocimientos por sus obras, participado en simposios internacionales de escultura y creado piezas monumentales que se encuentran expuestas en diversos puntos del planeta como Israel, Reino Unido, Chipre, Vietnam, Turquía, Chile, Rumanía, Francia, Italia, Portugal o Burkina Faso, entre otros países.  

En 2018, tras diez años de aventura artística internacional, regresó a Gran Canaria para realizar su primera exposición individual en su isla natal. Para esta exposición, titulada «La presencia de la ausencia», eligió el espacio de la Fundación MAPFRE Canarias, una institución con la que ha mantenido un vínculo muy especial a lo largo de toda su trayectoria personal y profesional.  

En 2023 los caminos del artista y la Fundación volvieron a unirse en el proyecto escultórico «A pulso», donado por la Fundación MAPFRE Canarias al Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín en reconocimiento al trabajo y esfuerzo de los profesionales sanitarios, especialmente durante la crisis sanitaria. Un proyecto que le permitió cumplir uno de sus sueños, realizar una de sus obras de gran formato para un espacio público de su tierra.  

Actualmente, compagina su labor docente en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Gran Canaria, con la participación en eventos internacionales de escultura y la creación de esculturas monumentales alrededor del mundo.  

¿Qué supuso para ti el encargo de esta obra? 

Realmente fue una gran emoción. Tener que abandonar mi tierra para formarme como escultor fue algo necesario para mí. Haber realizado esculturas en quince países, en cuatro continentes, me ha aportado infinidad de experiencias y conocimientos que, probablemente en el mejor momento de mi carrera, he tenido la oportunidad de plasmar en mi primera escultura monumental en Canarias. Todo un orgullo poder traer aquí algo de todo aquello que he aprendido fuera. 

¿Cómo fue el proceso creativo de “A pulso”? 

Mi proceso creativo es caótico, trabajo bocetos y conceptos que me van dando saltos en la cabeza hasta consolidarse en una idea.  

En este caso había ciertos condicionantes que fueron determinantes, tamaño, peso, material, transporte, fecha de entrega, simbología, etc. Un sinfín de elementos a considerar para realizar el proyecto. Al fin y al cabo, este es mi trabajo y disfruto de cada pequeño rompecabezas, todos resueltos, aunque no siempre sin la ayuda de la familia y amigos. 

La idea estaba clara, en la obra debía aparecer una cronología de la pandemia ya fuese formal o conceptual, en este caso han sido ambas.  

¿Por qué seleccionaste el acero como material principal?  

Elegí el acero inoxidable por varios motivos. La zona de instalación de la escultura es una zona limpia, aséptica, al fin y al cabo, es un hospital. Por lo que debía ser un material que mantuviese esa atmósfera. Que aportase, en cualquier caso, brillo, luminosidad, pero nunca la hubiera imaginado como una escultura en hierro, o tonos oscuros.  

El acero es un material resistente a la intemperie y, dada la cercanía del hospital con el ambiente y la salinidad de la costa, era necesario que fuese un material que aguante estas circunstancias y que fuera fácil de realizar la limpieza de la obra. 

Además, nunca había trabajado con acero inoxidable. Me muevo por la curiosidad y los retos personales así que esto, más que un impedimento fue todo lo contrario. 

¿Y qué simboliza “A pulso”? 

“A pulso”, es una escultura abstracta en cuyas formas se interpreta el proceso vivido por la sociedad desde el comienzo de la pandemia. Una línea temporal que comienza con un crudo retorcimiento de las formas, marzo de 2020, confinamiento inicial. El miedo, la falta de información y el distanciamiento social hacen mella en la sociedad, pero esta decide mantenerse unida. Nos encontramos en un periodo más extenso en el tiempo, un movimiento inestable y curvilíneo con una sensación de impotencia ante los acontecimientos, pero un halo de esperanza. De la unión nace la fuerza. Con un impulso firme y constante, gracias al esfuerzo del personal sanitario, pacientes, familiares y la sociedad en general, nace un movimiento potente que nos dirige hacia la esperada vuelta a la normalidad, casi dos años más tarde. 

Vista desde cierto ángulo, también se observa como el latido de un corazón en un electrocardiograma. 

Hubo algunas anécdotas a lo largo del proceso creativo ¿puedes contarnos alguna? 

Anécdotas durante el proceso de creación de la obra hubo varias. Entre ellas, dos inundaciones en mi taller con un palmo de agua; y tomar conciencia de la carencia de empresas o suministros de ciertos materiales que me facilitasen el trabajo. Por ejemplo, tuve que realizar una copia a escala 1:1 de la escultura utilizando tubos de PVC y material de aislamiento térmico, en lugar del corcho blanco que siempre había utilizado. Hubo mucho ensayo y error, pero sobre todo mucha intuición. Trabajar con metal o acero siempre requiere ir cuatro pasos por delante, porque de no ser así los errores pueden ser muy costosos.  

Tambien cabe mencionar alguna que otra visita al servicio de urgencias del mismo Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín por dolores de espalda. Fue un proyecto muy intenso, de varios meses trabajando de lunes a lunes unas doce horas al día de media. Quizás me hubiera gustado tener algo más de tiempo para realizar la obra, pero, mirando atrás, me siento orgulloso de haber sido capaz de hacerlo. 

La escultura “A pulso” te permitió cumplir el sueño de ver una de tus obras de gran formato en un espacio público en Canarias. ¿Te han surgido nuevos proyectos a raíz de este?  

Por el momento no he tenido la oportunidad de seguir con mi labor de escultura monumental pública en España o Canarias, aunque sí he continuado metido de lleno en proyectos internacionales. Me fui a Turquía a trabajar en una escultura en la ciudad de Estambul y posteriormente estuve en Portugal.   

Paralelamente he seguido realizando pequeños proyectos de escultura para clientes particulares. Uno de estos proyectos son las pequeñas reproducciones de la escultura «A pulso» que el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín entrega al personal como reconocimiento especial por su desempeño profesional o con motivo de su jubilación. 

Sinceramente, ojalá se llevasen a cabo más esculturas públicas apostando por artistas de nueva generación. Somos capaces de afrontar proyectos de gran envergadura y significado, dando un punto de vista diferente. Necesitamos más convocatorias abiertas, concursos, eventos o encargos donde se nos dé la opción a los jóvenes artistas de crear obra pública en el archipiélago. Y digo «jóvenes» aunque ya tengo 37 años, para que se hagan una idea de lo que tarda una persona hoy en día en consolidar su carrera en el ámbito artístico.  

En este mundo hay que moverse por pasión y soy consciente de la suerte que tengo de haber encontrado la mía al crear mis esculturas, pero no ha sido un camino fácil. Ha sido un camino de lucha, tenacidad y supervivencia pura y dura. Por eso me gustaría reivindicar la necesidad de contar con más apoyo desde las instituciones públicas. 

En la actualidad compaginas tu trabajo de escultor con la docencia ¿puedes contarnos algo más sobre esta faceta? 

Imparto clases en dos ciclos formativos de Grado Superior en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Gran Canaria, uno de Técnicas Escultóricas y otro de Escultura Aplicada al Espectáculo. En el primero imparto técnicas aplicadas al metal y en el otro trabajo con estructuras para esculturas efímeras. Ahora mismo los estudios escultóricos y artísticos que se imparten en la Escuela carecen de alumnado suficiente, por lo que creo que es fundamental que hagamos un esfuerzo desde la propia Escuela, desde la Consejería de Educación y que contemos con el apoyo de instituciones públicas y privadas para dar a conocer a los jóvenes de Canarias las posibilidades que les ofrecen estos estudios.  

Sería un gran aliciente para atraer a los jóvenes hacia estas ramas artísticas que existieran programas de becas o ayudas como la que yo recibí en su día de la Fundación MAPFRE Canarias de Artes Plásticas y Diseño, para que puedan continuar y ampliar sus estudios artísticos.  

¿Qué oportunidades laborales abren estos estudios para los jóvenes con inquietudes artísticas en Canarias? 

Gracias al crecimiento de la industria audiovisual en Canarias es una profesión con alta demanda de profesionales cualificados. Como docente de la Escuela de Arte me solicitan semana tras semana personal cualificado para trabajar en la construcción de escenografías, para realizar proyectos escenográficos más amplios con elementos de carpintería, por ejemplo, para recrear una sala que parezca la recepción de un hotel. Ahora la mayoría de esos profesionales vienen de Península y yo me encargo de formarlos y que luego se puedan incorporar al mercado laboral.  

Pero nos hace falta llamamiento, nos hace falta gente, nos hace falta apoyo para que eso continúe y que los jóvenes canarios entiendan que estos estudios pueden llevarlos a otros estudios superiores, abrirle las puertas a una profesión con muchísima demanda y, sobre todo, satisfacción al ver tu trabajo reflejado en películas, en teatro, en óperas… es algo impagable.